Hace cuatro años, procedente de El Carmen de Bolívar, llegó Matías Ortega Tapia a Barranquilla. De esa población, donde sus padres son sembradores de aguacate, lo trajo Herney De Ávila para vincularlo a Los Tigres.
Allí no duró mucho porque Henry Peralta Valentierra —actual veedor del Junior— se lo llevó para su escuela: Neogranadinos, donde le han dado todo lo que necesita para que despliegue el enorme potencial futbolístico que posee.
Matías no vino solo a la capital del Atlántico. Llegó en compañía de José Paternina, quien también es su compañero en la selección Atlántico prejuvenil.
“Me fijé en él no por su talla, sino por su inteligencia”, asegura Henry Peralta, quien recuerda que en la semifinal, en Montería, en el partido ante Valle, dejaba regados a los espigados jugadores del Valle. “Parecían unos conos”, comenta Peralta, quien dice que la forma como juega Matías le recuerda los inicios de Víctor Danilo Pacheco.
Matías tiene 14 años y vive actualmente en la casa de Lincoln Aguilar —tío de Abel, el jugador de la Selección Colombia, en el barrio Olaya.
“Creo que mi calidad viene de mi papá —Pedro— quien jugaba muy bien. Quiero ser alguien en el fútbol para sacar adelante a mi familia”, afirma el pequeñín Matías, quien cursa noveno grado en el colegio María Magdalena.
Este año, con la selección Atlántico prejuvenil, lleva notados 6 goles, 3 de los cuales los convirtió en Montería.
“Soy agradecido con mis compañeros porque me han ayudado para que sea figura. Con todos me entiendo bien, pero con el que mejor me la llevo es con Ronald Montero”.