Uno de los personajes más fascinantes de la música colombiana es el maestro Lucho Bermúdez. Es más que merecido el cúmulo de homenajes recibidos y que recibirá todo el año, y que recuerda a su natal Carmen de Bolívar como la “Tierra de placeres, de luz y alegría, de lindas mujeres, Carmen tierra mía”.
Pocos saben que el maestro compuso más de 600 melodías a lugares hermosos del país, aunque la mayor parte de su música la grabó en Buenos Aires, de ahí que haya propagado el bolero, la cumbia y el porro, por el continente americano. En la década del 40, fue la estrella principal del Hotel Granada, en Bogotá. Logró enseñar a los cachacos a bailar música caliente, hasta el trágico 9 de abril de 1948, cuando asesinaron al dirigente político liberal, Jorge Eliécer Gaitán.
Entre sus composiciones más célebres están “Salsipuedes”, “San Fernando”, “Tolú”, “Borrachera”, “Te Busco” y muchas otras, parte del patrimonio musical del Caribe colombiano. Su obra se hizo famosa en el mundo, y su orquesta, al lado de la cantante Matilde Díaz, fue considerada la esencia del folclor colombiano, la síntesis de nuestro origen triétnico.
Uno de sus instrumentos preferidos fue el clarinete. Con él, acentuaba sus canciones que invitaban a bailar y a cantar al pueblo colombiano. Lucho Bermúdez vivió más de 10 años en Medellín, donde también fue sinónimo de alegría y calidad musical, en una ciudad que acogió a los mejores intérpretes de las orquestas del país. Además de la cumbia, la gaita y el porro, compuso música andina.
Su versatilidad lo llevó a traspasar los géneros, y saltaba con gracia de una cumbia a un mapalé. Su vida la dedicó a hacer sentir la música como nuestra mayor riqueza y se empeñó en formar nuevos músicos que fortalecieran su orquesta.
Este es el año de Lucho Bermúdez. En todas las escuelas de música y de arte del país merece ser recordado, para que los jóvenes se reconozcan en su obra polifacética y acrecienten su amor por las composiciones que cantan a la belleza del país. No es gratuito que el diario “El Espectador” lo catalogara como uno de los colombianos más importantes del Siglo XX. ¿Las razones?: “Bermúdez dejó una obra de altura que cubre un tramo fundamental de nuestra historia musical. Fue un verdadero maestro, de poca estatura pero con la grandeza de los hombres destinados para realizaciones perdurables. El pueblo lo siente como un ídolo y cada vez que se escucha “Carmen de Bolívar” o alguna de sus cumbias no hay otra alternativa que cantar y bailar. Un hombre que le permite a una nación reír y bailar debe ser considerado un creador de vida…”
Creemos que en las celebraciones por el centenario del nacimiento del maestro, debe recordarse que El Carmen de Bolívar merece volver a ser tierra de amores, de cantos y tradiciones populares, consignados en su porro inmortal. Es triste que El Carmen sufra la violencia, la falta de agua y el abandono del Gobierno central.
El maestro Lucho Bermúdez, quien murió en 1994 a los 81 años, bien cantados, y bien vividos, no podrá descansar en paz mientras su tierra natal siga en la desolación.
